12/4/21

 Intersecciones

"Pablo del Cerro, quien escribió 65 temas que interpretó Atahualpa Yupanqui, era en realidad una mujer, su esposa".

Patricia Murphy, estudiante del Programa Educativo de Adultos Mayores, aporta el dato y se adentra en las aguas de ciertos renunciamientos que vaya si hablan de patrones culturales.

Su ejemplo sigue una consigna basada en aportes de Nuria Jorba, quien afirma que lo igualitario es dañino si consiste en que el celoso miembro de una pareja determine que ni él ni la otra parte frecuentarán amistades. 

"Cuando esta filósofa dice que lo igualitario no es sano, es real en casos como el de Antonietta (Nenette), quien aceptó cambiar su nombre en sus composiciones para igualar lo masculino con su esposo. ¿Fue igualitario? Sí. ¿Fue sano? No".

Patricia cuenta que "Nenette dejó su carrera de pianista y francesa. Como compositora, bajo el seudónimo de Pablo del Cerro, siguió su carrera para que su marido le pusiera música a sus letras". Por eso, la alumna del PEAM plantea que "lo que sea igualitario no tiene que llevarnos a dejar lo que somos. Ser igualitario es saber qué cosas podemos tener juntos sin que nos dañen". Agrega que en una pareja "se puede consensuar diferentes actividades conjuntas y mantener otras individualmente y sostiene: "Lo igualitario no es sano; aprender a compartir, sí. Cuesta, es verdad, pero la vida es un camino de aprendizaje constante de igualdades y desigualdades, de amores y desamores, de alegrías y enojos".

"Aprendamos a ser nosotros mismos, sin querer ser igualitarios con nadie más que con la persona que vemos en el  espejo cada mañana al peinarnos", concluye.