Deslices
Por Patricia Murphy, alumna del PEAM
Era adolescente. Había un festejo en casa, un montón de gente. La mesa puesta, los invitados, todos por sentarnos tranquilamente a comer, festejar y disfrutar.
Mi mamá va a buscar la comida y se da cuenta de que no había perdido el horno. La comida estaba ahí hacía una hora, sin cocinar.
Mi papá se enojó -como buen masculino, dicho con todo respeto.
Mi mamá prendió el horno, compartimos una hora y pico más hablando y disfrutando del momento y al final comimos y terminamos pasándolo bien.
La clave
En estos años, varias veces, he salido de casa apurada porque se me hacía tarde. Soy medio ansiosa y atropellada y me ha pasado de cerrar la puerta y dejar la llave adentro.
Con el paso del tiempo, una se acuerda y se ríe. En el momento, no.