24/3/21

Superación

"Siempre hay que tratar de hablar bien", plantea Susana Carbonari. Esta estudiante de talleres de literatura, prensa y radiofonía del PEAM evoca que "en el colegio nos enseñaron a usar bien el vocabulario" y que "a veces nos hacían escribir las palabras cien veces por habernos equivocado".

Piensa Susana en usar los términos adecuados para cada ocasión y lo ilustra: "Un médico no puede decirle a una persona de sopetón 'le queda un mes de vida'. No tiene que hablarle así, como para que se amargue más o muera en ese instante por un ataque cardíaco".

La alumna apela a otro ejemplo, ciertamente fácil de notar: "Cuando dos autos se raspan, se bajan los conductores, se dicen de todo, insultan a la madre, todo como si tal cosa. A lo mejor no es por nada y la culpa la tuvieron los dos". Susana sugiere el freno de mano y de voz, a fin de "tratar de usar las palabras adecuadamente". La fórmula vale para no caer en retos a niños en los que a menudo se incluye "un montón de palabras" que los dejan mal y "quizás sin saber por qué se les llama la atención de esa forma.

No es la época antigua, cuando ante un error del alumno lo primero que hacían los maestros era pegarle en la mano. Eso ya pasó. Creo -sigue la estudiante del PEAM- que si a los chicos los educan con ternura y paciencia, ellos van a entender".

Feliz por haber recibido una comprensiva educación de sus padres, Susana considera que "no existe ninguna justificación para hablar mal, sea con los chicos, los amigos, los vecinos". Y aunque a veces la boca no sea un jardín de narcisos, conviene estar atento: "Los exabruptos no conducen a nada y hay mucha violencia en la calle".