Patrimonios
"Las calles de Río Cuarto tienen ese no se qué, ¿viste?". Patricia Murphy parafrasea la Balada para un Loco y elige sus tres favoritas:
-Quírico Porreca, con su enorme arboleda que une en el centro su follaje de diferentes tonalidades. Da ganas de caminar despacio disfrutando del aroma que despiden sus hojas. Árboles añosos que nos regala a quienes nos gusta transitarla.
-Bulevar Roca, que ha sufrido a través del tiempo de autoridades que lo han transformado muchas veces para peor sacándoles sus glorietas, sus bancos de plaza, el verde, y sin embargo tienen un espíritu y un encanto muy especial: edificios centenarios de los cuales quedan muy pocos. Una calle que quiere mantener su historia a pesar del tiempo y de las personas.
-San Martín. Esa cuadra tan característica de casas elevadas, tan original e impensada... Calle por donde se puede entrar a la ciudad y muestra casas, locales comerciales, los infaltables edificios que le dan un poco de mirada futurista. Me atrapa, y lo disfruto, el tanque de agua justo en la esquina con Dinkeldein, una construcción añeja que se mantiene firme, bien conservada. Es un arraigo cultural que sobrevive a los años y la gente.
Patricia concluye señalando que "Río Cuarto tiene -o tenía- obras edilicias de envergadura e historia, pero parece ser que el progreso, para serlo, debe destruirlas, hacerlas desaparecer. Lo irónico es que se viaja a Europa para ver la historia de un lugar, los patrimonios culturales, y nosotros los destruimos".