21/5/21

Ripio que aísla

"¿Por qué nos cuesta hablar con el otro?", se pregunta Patricia Murphy. Señala que "se hace dificultoso cuando nuestro interlocutor cree que sabe todas las respuestas. Muchas veces nos enfrascamos en discusiones a veces estériles, con mesura al principio y terminando con tono elevado casi a los gritos sin escuchar ni ser escuchados".
Advierte Patricia que "está en nuestro ADN, en nuestra educación, creernos dueños de la verdad absoluta". Añade que "cuesta hablar con el otro" en tanto haya discrepancias y "muchas veces nos pasa con nuestros hijos, maridos, esposas u otros seres humanos con los que nos encontramos". Aclara esta alumna del Programa Educativo de Adultos Mayores que "no está mal tener diferentes opiniones" y apunta que "se hace más complicado en la actualidad conversar sin chocar".
Cree Patricia que "el avance de la tecnología nos hace más dependientes de los aparatos y menos de las personas".
"¿Por qué nos cuesta hablar con las personas? Porque estamos perdiendo esa capacidad de comunicación verbal, de mirarnos a los ojos, ver nuestras expresiones, nuestras reacciones. Los adultos mayores somos de la época en que los retos y la mirada de la mamá nos ponían en alerta de una reprimenda.  Nos gusta una charla con café o mate", afirma. Lamenta que "los medios de comunicación nos han alejado de eso, enseñan que para ser escuchados debemos elevar la voz, insultar si cabe, menospreciar al interlocutor.
¿Por qué cuesta hablar con el otro? Porque perdimos el arte de escuchar, de entender, de comprender que el otro también tiene derecho a ser escuchado, entendido, comprendido".