20/10/20

Construcción que busca el cielo

Elena Moscone viaja en el tren de la democracia. Para en la victoria de Raúl Alfonsín del 30 de octubre de 1983 y camina hasta otra estación, la de la frase 'con la democracia se come, se educa y se cura'.

Han pasado 37 años de aquel "memorable discurso" y "la sensación térmica es que, si bien la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, no ha curado, no ha educado, ni ha contribuido a resolver el problema del hambre. Aún hay muchas críticas posibles respecto de la calidad de los servicios educativos y la fragmentación social, tanto en el acceso a la salud como en el mercado de trabajo. Los indicadores confirman que aquel discurso de asunción del 10 de diciembre de 1983 no estaba errado: con la democracia se come, se educa y se cura. También decía 'vamos a vivir en libertad, de eso no quepa duda. Como tampoco debe quedar duda de que esa libertad va a servir para construir, crear, producir, trabajar, reclamar justicia, sostener ideas, organizarse en defensa de intereses y derechos legítimos del pueblo". 

La alumna del Programa Educativo de Adultos Mayores repara en que "pronto habrá pasado medio siglo y los argentinos seguiremos discutiendo de los 1970s. Esos años vieron desfilar tres patrias por una misma nación: la socialista, que nunca llegó a nacer; la peronista, que se hizo añicos en poco tiempo, y la militar, cuyos horrores aún nos estremecen". Sus lecturas la llevan a advertir que "esa década en que la violencia política dio la impresión de haber sido naturalizada nos sigue interesando y atrayendo. Robert Dahl trasladó el núcleo de la democracia desde las instituciones de gobierno a la sociedad. Él decía: la poliarquía, que es el gobierno de muchos, no solo denota un gobierno electo por los ciudadanos sino que apunta a un tipo de sociedad particular, una sociedad pluralista en la que el gobierno está fragmentado de forma que ningún grupo es hegemónico en su disfrute. 

La democracia es un procedimiento de elección del gobierno en el que el pueblo ejerce influencia política".


Estos tiempos

Por su parte, "Steven Levitsky, otro politólogo, traza un horizonte duro para las democracias en América Latina. Considera que la pandemia agudizará los problemas que afrontan muchos países de la región donde la ola democrática puede quedar atrás y dejarnos gobiernos muy diversos: algunos democráticos, otros en manos de dictadores y otros híbridos. Hasta ahora, dice Levitsky, la gran mayoría de las democracias resistió pero se preocupa porque venimos de varios años de mal rendimiento económico, lo cual mina la confianza pública y aumenta la posibilidad de una crisis o colapso. 

No es el caso de nuestro país. "El argentino, señala Levitsky, puede insultar a su gobierno, a los partidos, al Congreso, pero nadie quiere dejar de tener la posibilidad de echar a un gobierno malo en las urnas. La gente quiere votar y eso sigue vigente en América Latina también y, en particular en Argentina, desde 1983".

La cosecha de su lectura conduce a Elena al historiador Noah Harari, a quien "lo preocupan, más que el virus, los demonios que agitan el alma de la humanidad: el odio, la codicia y la ignorancia que también atentan contra la democracia. 

La democracia liberal ve al individuo como un agente autónomo que no para de tomar decisiones sobre el mundo. ¿Qué pasará si cada vez confiamos más en la inteligencia artificial de la que tanto se habla para que tome decisiones por nosotros? Los algoritmos podrán tomar algunas, pero las importantes implican una dimensión ética que los algoritmos no entienden ni pueden tener.

El filósofo Byung Chul Han expresa que el hombre libre se preocupa de lo verdadero, lo bello, lo justo, sin más preocupaciones. Hoy, este personaje ya no puede existir. 

Así concluimos en que una de las mejores formas de gobierno es la democracia, en la cual las libertades son respetadas y el ser humano se expresa en las urnas".