Preciosa, inmensa
Por Carlos López, del Programa Educativo de Adultos Mayores
Ya pasó el domingo y su calor. Quedaron atrás los paquetes, los regalos, las ofertas, los saludos.
Lo que sigue vigente es su relieve. Por eso, también es un buen día para hablarles.
Hoy quiero hacer algo diferente a otras ocasiones, es evocar y a la vez rendir mi humilde homenaje a las personas, que sin excepción, nos dieron, pasaron y marcaron nuestra existencia. Me estoy refiriendo a la MUJER en general, mejor dicho a la MADRE y perdonen Uds. que diga MUJER, pues tengo la certeza de que en cada mujer está implícito por naturaleza el sello de MADRE, lo sea biológicamente o no, pues se encuentra en todas ellas ese innato instinto o tal vez sea un gen maternal. Nunca me cansaré de decir, y quienes me conocen lo saben, que el simple hecho de pensar en una mujer es pensar en una MADRE. Algunas no necesitan tener hijos para serlo, el destino suele ser cruel, pero siempre habrá un niño a quien le van a brindar ese amor guardado y allí lo derramarán. Puede decirse que MAMÁ es la mejor palabra, porque no solo se la dice a la persona que nos dio la vida, sino especialmente a aquella que dio la vida y todos sus esfuerzos por nosotros, que en noches de desvelo siempre mantuvo su luz para nosotros. Quien nunca claudicó. Ahora, observen Uds. qué rara coincidencia… ninguna pide nada a cambio, aunque en su fuero interior se derriten por simplemente un gracias, una caricia, un beso o una mirada o solo un gesto cariñoso, que muchas veces no lo damos. Qué difícil, ¿no? ¿Será que no sabemos? y sí, claro… somos hombres, somos duros, fuertes… mejor dicho, somos tan tontos que logramos despreciar uno de los más hermosos placeres que nos otorga la vida. Pero, eso sí, cuando perdemos a esa persona, la anhelamos por el resto de nuestra vida y daríamos todo lo que poseemos por un minuto con ella, si somos muy mayores, volver a ser niños solo un fugaz instante. Hay una frase muy hermosa que dice “Madre, regazo del primer grito y último suspiro de un hombre”. Cuan cierta es, si hasta el peor personaje que pueda hollar la tierra, seguro que en su momento final invoca a su madre. MADRE, esa es la mejor palabra que pueda expresar de nuestra voz. Yo solo pido que nunca se borre de mi memoria esa palabra que nunca quiero olvidar... MAMÁ o sus sinónimos MAMI, MAMITA o cariñosamente VIEJA, la MEJOR PALABRA.
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